Me levanté, y vi un elefante en mi habitación. Me incorporé, quería ponerme las zapatillas, pero me di cuenta de que aquel enorme bicho estaba sentado sobre ellas. Visto lo visto, pensé que sería mejor andar descalzo.
Me acuerdo que la semana pasada les pedí a mis papis que quería una mascota a la que poder pasear, pero ¡madre mía! Aquel bicharraco no era exactamente lo que yo deseaba, aunque ahora lo tenía que cuidar.
A parte de todos los dolores de cabeza que tenía pensando en cómo lo iba a cuidar, y dónde iba a vivir, porque vistas las dimensiones, en el armario no me cabía..., solo me rondaba una pregunta por la cabeza: ¿cómo han traído este bicho feo? Lo habrán llevado ¿en avión?, ¿en tren?, ¿o quizás ha venido andando?
Marta López, 4t B
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